sábado, 13 de febrero de 2010

Vamos a descubrir el mundo


“Coge mi mano y estaremos juntos hasta el final del mundo. No digas nada más, tan sólo coge mi mano. El mundo es nuestro, ¡vamos a descubrirlo! Nos esperan verdes bosques, grandes montañas nevadas, hermosos ríos y mares y una gran variedad de seres vivos. Disfrutemos de la Tierra. Conozcamos cada rincón. Tenemos que verlo todo. Cada niño jugando, cada hombre y mujer trabajando, gente que vive el momento, gente que espera a que llegue el suyo. Pero nosotros no podemos esperar. ¿Por qué? Porque el tiempo se nos va a ir, aunque no lo parezca, pero se va poco a poco, sin que apenas nos demos cuenta. Por eso ¡vamos! ¡Apresúrate! Si paramos nos vamos a perder muchas cosas, así que adelante, ¡vamos a descubrir el mundo! Es una maravilla y tenemos que verlo, no tengas miedo, yo estoy a tu lado. ¡Vamos! ¡Abre los ojos y mira a tu alrededor!”
Abrió los ojos poco a poco. Miró tímidamente a su alrededor y se maravilló. “¿Se pueden ver más cosas así?”
“Pues claro, vamos yo te las mostraré.”
Alargó su mano. Las arrugas mostraban la experiencia y la devoción de haber vivido la vida para los demás en vez de para ella. Tocó su mano y se levantó poco a poco.
“Vamos, no hay tiempo que perder”.
Se alejaron cogidos de la mano. A lo lejos se veía a una par de niños andando, saltando y jugando, descubriendo el mundo con gran emoción.